Mirando hacia afuera

Padre, me detuve en la puerta de la casa del misionero y ahí estaba ella. Huyendo del frio, de pie, buscando la caricia de los brazos del sol. Su cabello recien teñido de rojo y sus ojos que parecen siempre sentir incredulidad. Hermosa y feliz. Creo que es la mejor combinación, Analilia y el bosque... pura belleza, Dios, gracias. Mirandola, así, se agolpan los pensamientos en mi cabeza, las sensaciones en mi pecho y en mis manos: gratitud, miedo, ansia, anhelo, esperanza, gratitud, fe. Buscan salir y me recorren y cosquillean y sonrien intentando que mi cuerpo estalle. Sonríe ella y todo comienza a tomar su lugar, los colores dejan de difuminarse y sé entonces que sus ojos encontraron los míos, que me mira parado bajo la sombra de esa casa en el bosque... y siente lo mismo que yo. Todo comienza a tener sentido. Gracias, Padre, gracias en el nombre de Cristo, nuestro vínculo y razón. Amén.

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Villado

Señor, el veintidos de enero de este año falleció el hermano Villado Peñaloza, padre de una querida amiga: Gabriela Peñaloza. Sé que esta contigo, que te conoció y te ama, que hoy que te ve a los ojos canta feliz para glorificarte, pero su ausencia en este mundo entristece, quienes lo amaban lo van a extrañar muchísimo, y quizá entiendan que Tú decidiste soberanamente llamarlo, quizá entiendan que fue un acto de amor hacerlo en este momento, pero eso no les impedira llorar cuando recuerden como era estar con él, tomarlo de la mano y besar su mejilla, escucharlo cantarte (último recurso de su memoria que se negaba a olvidar como alabarte) y verlo dormir...

Señor, ayuda a quienes amaban al hermano, a Gabriela y a su mamá, dales consuelo y fuerza y amor, que sus ojos esten siempre en Tu Hijo, y ayudanos a quienes las rodeamos a serles útiles, para lo que necesiten, pero en especial para recordarles lo mucho que las amas y lo mucho que amas a Villado, quien en este momento esta a tu lado, Padre.

Te lo ruego en el nombre de Cristo, nuesto consuelo y esperanza. Amén.