25.1.05

milnovecientossetentayocho

Señor, la noche y la humedad se apoderaron de todo, absolutamente todo. En el 1060 de am., Radio Educación (auto declarada "el oasis del cuadrante"), suena un jazz que me es completamente desconocido. Una autopista solitaria hace de la prisa un accesorio inútil. Los sesenta caballos de fuerza de mi vocho '78 cumplen impecablemente su trabajo. Mis manos al volante, mis ojos en el pavimento, mis pensamientos en Ti. Atrás, el último recuerdo es el sabor de un final sorbo de café y un beso de despedida a la mujer que sueño en mi futuro. Adelante, el destino es la esperanza de una familia que sólo espera mi llegada para dar las buenas noche y ceder al sueño, y una cama tibia. ¿Cómo no pensar en Ti, Padre? ¿cómo lograr el cinismo de no reconocerte en la felicidad última de esta paz? Señor, gracias.

Enmudesco y agradesco en el nombre de Cristo, Principe de paz. Amén.


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