Señor, ¿qué haría sin esos pasos a mi lado que caminan hacia Ti? ¿qué haría sin tu voz, arrullo y paz? ¿qué haría sin tu Espíritu que me consuela? ¿qué haría sin esos abrazos que mandas para recibir y otorgar? El mundo que se desmorona en lágrimas me llevaría en su corriente y me uniría a muchas corrientes que inevitablemente terminan en alguna coladera para desvanecerse en el mar y seguir un ciclo que no termina, que sube, que desciende. Me perdería en la inmensidad, del mundo, de la melancolía, de las leyes incomprensivas, estaría a su merced. Pero Tú me libras de todos ellos, del dolor rencoroso, cruel y estupido. Y así sin embargo digo como un grito y un susurro que soy feliz, que aún vivo emocionado, feliz y enamorado voy tras Tu callado y así voy a seguir.
Agradezco y me declaro feliz en nombre de Cristo Jesús. Amén.
